
Rosa Luxemburgo hoy: su legado en la lucha por la justicia social
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Un día como hoy, 5 de marzo de 1871, nació Rosa Luxemburgo, una de las pensadoras y revolucionarias más influyentes del siglo XX. Su vida y obra continúan siendo una fuente de inspiración para quienes luchan por la justicia social, la democracia y los derechos humanos. Su análisis del capitalismo, su férrea defensa de la autodeterminación de los pueblos y su compromiso con la libertad la han convertido en un referente ineludible para los movimientos progresistas de todo el mundo.
Nació en un pequeño pueblo llamado Zamosc, cerca de Lublin, cuando Polonia era parte del Imperio Ruso. Debido a sus experiencias familiares, Rosa se politizó desde sus primeros años. No había podido ir al mejor colegio, pues estos estaban reservados para los rusos y ella era polaca. El antisemitismo era endémico en la vida cotidiana y lo sintió a diario en su colegio por la actitud de sus compañeros de clase.
En 1881 ese sentimiento anti judío desencadenó una ola de eventos terroríficos. Para cuando la familia se mudo a Varsovia, Rosa tenía 15 años y ya estaba involucrada en actividades clandestinas. Su vena revolucionaria la llevó a unirse al Partido del Proletariado, el primer partido socialista polaco. Cuando los activistas intentaron organizar una huelga general, algunos de los líderes fueron capturados y ejecutados. Con solo 18 años, Rosa tuvo que huir a Suiza. En 1898, Rosa Luxemburgo se mudó a Berlín, que sería su hogar por el resto de su vida. Se casó con el hijo de una amiga con el que nunca vivió para poder optar a la ciudadanía, ya que, como muchos de sus compañeros, estaba convencida de que en Alemania comenzaría la revolución.
La autora entendió como pocos las dinámicas del capitalismo y sus crisis cíclicas. En su obra La acumulación del capital, explicó cómo el sistema necesita expandirse constantemente para sobrevivir, lo que inevitablemente conduce a la explotación de los trabajadores y al saqueo de los recursos naturales. Hoy, en un mundo donde la desigualdad económica es más evidente que nunca y la crisis climática amenaza la existencia del planeta, sus advertencias siguen siendo profundamente relevantes.
A diferencia de otros revolucionarios de su tiempo, Luxemburgo rechaza la imposición de una dictadura en nombre del socialismo. En su célebre frase "La libertad es siempre la libertad de los que piensan diferente", dejó claro que la verdadera transformación social no podía construirse sin pluralidad de ideas y sin un profundo respeto por la democracia. En un contexto global donde el autoritarismo y la censura resurgen con fuerza, su visión sigue siendo un recordatorio de que la justicia social solo puede florecer en sociedades donde se respete la disidencia y se garantice la participación política de todas las personas.
La autora recibió varias críticas, de amigos y enemigos por señalar lo que ella consideraba “deslumbrantes inconsistencias” del enfoque de Marx del problema de la acumulación y de la reproducción ampliada en el segundo volumen de El capital. En una carta escribió:
En general, estaba prevenida de que el libro encontraría resistencias a corto plazo; desafortunadamente, nuestro «marxismo» predominante, como el de algún viejo chocho, tiene miedo de cualquier brisa de aire fresco en el pensamiento, y sabía que al principio tendría que enfrentar muchas luchas.
Ella insistió en aferrarse a un pensamiento marxista vivo para ofrecer respuestas y explicaciones más exactas a una crisis económica cada vez mayor y de los nuevos hechos que aparecían en la vida económica. Mientras que los trabajos de Luxemburgo sobre la organización política, la filosofía revolucionaría, el nacionalismo o el militarismo son analizados a menudo por académicos, pocos autores han intentado hacer un análisis a la teoría económica y de la herencia de la autora, no se ha hecho una retrospectiva en torno a la economía política luxemburguiana.
Claramente, esto fue debido a una serie de tácticas de las políticas conservadoras que ascendieron a atacar a las mujeres prominentes en la política, que en este caso incluyeron un serio abandono del trabajo de Luxemburgo basándose sólo en su biología: el hecho de que era mujer.
Este aspecto de la historia social y del género demuestra que es algo presente en todas partes. Esta ubicuidad necesita ser considerada cuando discuten las numerosas críticas y teóricas políticas de una época tan política como lo fue el contexto de vida y obra de Rosa Luxemburgo, quien logró ser teórica, profesora y revolucionaria.
Aunque Rosa Luxemburgo no se identificaba explícitamente como feminista, su vida es un testimonio de la lucha por la emancipación de las mujeres. Fue una de las pocas mujeres en liderar un movimiento socialista en una época dominada por hombres y desafió constantemente los roles de género impuestos por la sociedad. Su legado ha sido retomado por muchas corrientes feministas que buscan una transformación radical de las estructuras económicas y políticas, entendiendo que la opresión de género y la explotación de clase están profundamente entrelazadas.
La interpretación feminista del trabajo de la autora se acota generalmente a su vida personal y de vez en cuando a su teoría. Ella no escribió mucho sobre la “cuestión de ser mujer”, pero sí contribuyó al hecho de que la mayoría de las interpretaciones del feminismo están ligadas a los episodios de su vida e intimidad. Estos son, naturalmente, temas cruciales, especialmente si consideramos que tradicionalmente la historiografía ha evitado hablar de las mujeres y sus experiencias.
Es por esto que las publicaciones como Dime cuándo vienes. Cartas de amor, 1893-1917, son tan necesarias, aún ahora. Esta es una selección epistolar de Rosa Luxemburgo publicada por Banda Propia, que nos permite conocer la faceta más íntima y humana de esta revolucionaria. A través de estas cartas, dirigidas a sus amantes y amigos más cercanos, Luxemburgo se nos revela no sólo como una intelectual brillante y una activista incansable, sino también como una mujer apasionada, sensible y profundamente comprometida con el amor, la amistad y la belleza de la vida cotidiana.
Si bien conocemos a Luxemburgo como una pensadora incisiva y una estratega política de gran lucidez, estas cartas nos muestran su vulnerabilidad y su mundo interior. Se deja ver enamorada, ansiosa, esperanzada o melancólica, y con ello se desmitifica la imagen rígida de la revolucionaria de acero. Su relación con Leo Jogiches, su gran amor y compañero político, es uno de los ejes del libro, mostrando las tensiones entre la pasión amorosa y el compromiso con la causa socialista.
Las cartas de Luxemburgo están marcadas por el contexto de su activismo político. Escribía desde la cárcel, desde la clandestinidad o en momentos de intensa agitación social, lo que da a estos textos un tono de urgencia y profundidad. El amor, lejos de ser un escape de su vida política, parece integrarse a su pensamiento revolucionario: su concepción del amor no es posesiva ni tradicional, sino una búsqueda de complicidad, libertad y entendimiento mutuo.
Más allá del contenido amoroso, estas cartas también revelan su amor por la literatura, el arte y la naturaleza. Luxemburgo describe con detalle paisajes, colores y sensaciones, mostrando un espíritu sensible que encuentra en la belleza un contrapunto a la brutalidad de la lucha política. En este sentido, su correspondencia se asemeja a la de otras grandes intelectuales que hicieron del acto de escribir una forma de sostenerse emocionalmente en tiempos de crisis.
Vivo más feliz en la tormenta: Cartas a amigas y compañeras, publicado por Rara Avis, es un libro necesario para saldar el hecho de que la autora escribió más de 2360 cartas. Si bien muchas de sus cartas de amor y las enviadas desde la cárcel han sido publicadas, su correspondencia con amigas y compañeras seguía siendo un territorio poco explorado y traducido. En estos intercambios, donde el amor y la complicidad se entrelazan no solo se encuentra apoyo en medio de la adversidad, sino también un espacio de construcción política.
A lo largo de sus cartas, Rosa Luxemburgo aborda el colonialismo, imperialismo y las desigualdades de género, al mismo tiempo que deja entrever facetas menos conocidas de su vida: su pasión por la lectura, su talento para el dibujo y su profundo amor por los seres no humanos, en especial a las flores, los pájaros y su querida gata Mimi. Escritas en medio de huidas, arrestos y el frenesí de la militancia, estos textos reflejan una ética del cuidado que añade una dimensión afectiva a la lucha política.
Esta edición ofrece materiales inéditos en español, incluidos documentos, manuscritos, ilustraciones y fragmentos de su herbario personal. Con un prólogo de Esther Díaz, las cartas han sido cuidadosamente traducidas y anotadas, organizadas en capítulos que permiten contextualizar los acontecimientos históricos y biográficos de su tiempo. Más allá de acercarnos a la vida personal de una de las figuras más influyentes de la historia política, estas cartas iluminan el efervescente panorama cultural y político de la Europa de entresiglos y aportan claves fundamentales para los debates feministas y de izquierda en la actualidad.
Más de un siglo después de su asesinato en 1919, Rosa Luxemburgo sigue siendo una figura central en los debates sobre socialismo, democracia y derechos humanos. Sus ideas nos invitan a pensar en alternativas al sistema actual y a luchar por un mundo donde la justicia social no sea solo una utopía, sino una realidad alcanzable. En un momento donde las crisis globales nos desafían a repensar nuestras estructuras políticas y económicas, recordar a Rosa Luxemburgo no es solo un ejercicio histórico, sino un acto de resistencia y esperanza para el futuro.