Rituales de sombra: Mariana Enríquez y el horror de lo humano
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Mariana Enríquez, nacida en Buenos Aires el año 1973, es una escritora, periodista y editora argentina, reconocida como una de las voces más destacadas del terror contemporáneo. Se licenció en comunicación social en la Universidad Nacional de La Plata. Como periodista ha sido subeditora del Suplemento y ha colaborado en el Radar, del diario Página 12 y en revistas como Txt, La Mano, La mujer de mi vida, y El guardián. También ha participado en radio, en el programa Gente de a pie, de Radio Nacional.
Como escritora, publicó su primera novela el año 1995, Bajar es lo peor, a los 21 años. Le siguieron Cómo desaparecer completamente el 2004, Los peligros de fumar en la cama el 2009 y Chicos que vuelven, el año 2011. Ha sido inscrita dentro del grupo de la llamada “nueva narrativa argentina” y ha logrado un gran éxito con sus novelas y cuentos dentro del género del terror. Ha participado en varias entrevistas y conversatorios donde ha hablado de la importancia de la música en su escritura y en más de una ocasión ha mencionado ser swiftie. Fue galardonada en 2017 con el Premi Ciutat de Barcelona en la categoría «Literatura en lengua castellana» por su libro Las cosas que perdimos en el fuego, publicado originalmente el 2016. Y en 2019 se alzó como ganadora del Premio Herralde de la Editorial Anagrama con su última novela Nuestra parte de noche.
Su obra combina elementos sobrenaturales y oscuros con una aguda observación de las desigualdades sociales, las violencias cotidianas y las heridas históricas de su país. Su estilo, inquietante y visceral, le ha valido una creciente admiración internacional.
En Los peligros de fumar en la cama, reeditado el 2017 por Anagrama, marcó un hito en la carrera de Mariana Enríquez, al consolidar su estilo dentro del género de terror. El contexto de su publicación original el 2009 con Emecé, estuvo atravesado por el auge de nuevas voces argentinas que exploraban el realismo oscuro y lo fantástico desde perspectivas críticas. Mariana, como editora y periodista, ya tenía una sensibilidad particular hacia las desigualdades sociales que luego tradujo a su ficción.
Este libro de cuentos nos sumerge en un mundo donde los elementos sobrenaturales están profundamente arraigados en la realidad cotidiana de sus personajes. En su escritura se lee un Buenos Aires marginal, marcado por la pobreza, la violencia y la exclusión social. Historias como “Verde rojo anaranjado” y “Tela de araña retratan” a protagonistas que enfrentan tanto terror fantasmal como horror desde la precariedad y el abandono estatal. La reedición en 2017 no solo revalorizó la obra, sino que confirmó su relevancia en un contexto global donde el terror seguía ganando terreno como un género con profundidad crítica.
Con Las cosas que perdimos en el fuego, publicado por Anagrama en 2016, se consolidó a Mariana Enríquez como una de las autoras más importantes del terror contemporáneo en habla hispana. La publicación coincidió con un renovado interés por el cuento y con una época de cuestionamientos sociales sobre género, violencia y desigualdad. El feminismo, la crisis económica del país y los legados históricos de dictaduras latinoamericanas son trasfondos clave en estas narrativas.
En este libro de cuentos se utiliza el terror para exponer las fisuras de una sociedad que convive con el abandono urbano, la pobreza y la violencia de género. Cuentos como La casa de Adela y Pablito clavó un clavito: Una evocación del Petiso Orejudo son ejemplos de cómo combina elementos del horror clásico con problemáticas sociales específicas. Mientras que el primero reflexiona sobre los traumas compartidos por generaciones, el segundo revisita un caso real de la historia argentina, subrayando las tensiones entre lo monstruoso y lo humano.
Nuestra parte de noche, publicada también por Anagrama el año 2019, fue el libro que posicionó a Mariana Enríquez en el panorama global de la literatura, con traducciones a muchos idiomas y su distribución correspondiente. Es su obra más ambiciosa, tanto en extensión como en profundidad temática, ambientada en los años oscuros de la dictadura argentina y sus secuelas, la novela combina el terror gótico con una narrativa profundamente política y personal.
El contexto de su publicación estuvo marcado por un resurgimiento del interés por la memoria histórica en Argentina. Enríquez cambia este trasfondo en una historia donde el terror sobrenatural se entrelaza con las atrocidades del poder político. La Orden, un culto que busca la inmortalidad a través de rituales macabros, no es solo un villano ficticio, sino una alegoría del abuso de poder, el control y la impunidad.
El vínculo entre Juan y Gaspar, padre e hijo, representa el eje emocional de la novela, explorando el amor, el sacrificio y el miedo a perpetuar un legado de horror. Pues, Juan es llamado a ser médium de la Orden, y se ve atrapado entre su lealtad forzada a este grupo y su deseo de proteger a su hijo, quien podría ser el próximo heredero de este culto. Él, en posición de padre, se ve desgarrado por su incapacidad de escapar del ciclo de abuso y el hijo, por su parte, lucha por construir su propia identidad frente al peso de este destino impuesto.
La narración abarca todo el viaje por carretera por Argentina para llegar a las cataratas de Iguazú, en la frontera norte con Brasil. A lo largo de este road trip los dos personajes se ven hundidos en este campo de batalla personal, pero también en medio del campo de batalla político, y es que son los años de la junta militar en el país, hay controles de soldados armados y una tensión palpable que se desarrolla a lo largo de la novela.
A lo largo de cada uno de sus libros, la autora captura las dinámicas de opresión estructural a través de una atmósfera oscura e inquietante, en la que lo íntimo y lo colectivo están intrínsecamente conectados.
Mariana Enríquez ha hecho del terror una herramienta literaria para iluminar las sombras de lo social y lo íntimo, desafiando a los lectores a confrontar miedos que trascienden lo sobrenatural. Sus obras no solo revitalizan el género, sino que lo enriquecen al explorar las heridas colectivas de la historia y las angustias personales que laten bajo la piel. Desde los espectros urbanos que encarnan el abandono social hasta los rituales oscuros que exponen los horrores del poder, su literatura demuestra que el verdadero terror no está en lo fantástico, sino en las verdades que preferimos no ver.
Sus libros nos dan un vistazo visceral de la condición humana, es un espejo inquietante de nuestro tiempo, un recordatorio de que en las grietas de lo cotidiano se esconde lo monstruoso, y también, quizá, nuestra redención.