
Por qué seguir leyendo AUTORAS todo el año y no solo en marzo
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Marzo suele ser un mes en el que se visibiliza el trabajo de las escritoras. Desde campañas en redes sociales hasta recomendaciones en librerías, el llamado a leer a mujeres cobra fuerza. Pero cuando el mes termina, muchas veces la atención se desvanece y la literatura escrita por mujeres vuelve a ocupar un espacio marginal en las conversaciones sobre libros. Esto nos lleva a una pregunta fundamental: ¿por qué seguimos viendo la literatura escrita por mujeres como algo ocasional y no como parte del canon general?
A lo largo de la historia, la literatura ha estado dominada por una perspectiva masculina que ha definido qué obras merecen ser parte del canon y cuáles no. A pesar de que muchas escritoras han transformado la literatura en todos los géneros, su reconocimiento ha sido tardío o insuficiente. Autoras como Emily Dickinson, Virginia Woolf y Clarice Lispector fueron relegadas a un segundo plano y encasilladas en categorías específicas, mientras que sus contemporáneos masculinos han sido elevados a la categoría de referentes universales. Walt Whitman y Ralph Waldo Emerson fueron celebrados en vida y vistos como pilares de la poesía estadounidense, mientras que Dickinson fue reconocida póstumamente. Virginia Woolf por su parte, fue innovadora de la novela modernista con su uso del monólogo interior y la exploración de la subjetividad, pero Proust y Joyce son los que han sido estudiados como máximos exponentes del modernismo. Mientras que Borges y Gabriel García Márquez han sido canonizados como los grandes maestros de la literatura latinoamericana, Lispector ha sido apartada a un círculo más reducido de culto, a pesar de su originalidad y profundidad filosófica.
A propósito de esto, uno de los mitos más persistentes es que los temas abordados por escritoras son "de nicho" o "para mujeres". Sin embargo, la literatura se ha transformado una y otra vez gracias a aquellas autoras que han logrado publicar y cambiar paradigmas en los géneros literarios en los que escriben, desde la ciencia ficción hasta la filosofía, la crítica social hasta la exploración de la condición humana. Valga como ejemplo, Ursula K. Le Guin, quien revolucionó la ciencia ficción, María Zambrano redefinió la relación entre filosofía y poesía, Angélica Gorodischer fue pionera de ciencia ficción latinoamericana, Gabriela Mistral reformó la poesía hispanoamericana y fue la primera latinoamericana en recibir el premio Nobel de literatura, Margo Glantz ha transformado la narrativa con su estilo híbrido que mezcla autobiografía y ensayo histórico, Toni Morrison transformó la narrativa sobre la identidad y la raza en Estados Unidos, y así hay muchos ejemplos más.
Leer escritoras no es un acto de reivindicación pasajero, sino una forma de enriquecer nuestra comprensión del mundo. Incluir a más mujeres en nuestras lecturas nos permite acceder a nuevas voces, perspectivas y formas narrativas que han sido históricamente invisibilizadas. No se trata de leer autoras como un ejercicio de corrección política, sino de reconocer que la exclusión sistemática de sus obras ha empobrecido nuestra experiencia literaria.
Si las escritoras han sido relegadas en la historia, es nuestra responsabilidad como personas lectoras ayudar a reescribir ese relato. No basta con destacar sus obras solo en marzo, es necesario incorporarlas a nuestras lecturas habituales, recomendarlas y discutirlas con el mismo ímpetu con el que se analiza la obra de autores que ya se encuentran en el canon.
Es muy importante una lectura de diversas voces, sobre todo diferentes a tu propia perspectiva. Si bien cada vez hay más esfuerzos editoriales por recuperar sus voces, aún queda camino por recorrer para que su presencia sea tan natural y constante como la de los autores más reconocidos. La literatura siempre ha sido un reflejo de la sociedad, y ampliar nuestro espectro de lecturas nos permite no solo descubrir nuevas formas de narrar, sino también cuestionar los criterios con los que el canon se ha construido.
Cambiar nuestra manera de leer no implica solo una decisión individual, sino también un acto de resistencia frente a una tradición patriarcal que ha marginado voces valiosas. La incorporación de más autoras en nuestras lecturas requiere intención y constancia, para convertirse en un ejercicio enriquecedor y natural. Para lograrlo podemos adoptar algunas estrategias que nos ayuden a descubrir nuevas autoras, diversificar nuestras bibliotecas, y sobre todo, ampliar nuestra visión del mundo a través de sus historias.
Aquí te dejamos acciones concretas para seguir cambiando nuestros hábitos de lectura:
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Explorar escritoras de diferentes géneros literarios: desde la poesía hasta la novela gráfica, hay autoras en todos los ámbitos de la literatura.
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Participa en clubes de lectura: hay espacios, como nuestra suscripción literaria La ejemplar, donde se promueve la lectura de autoras e incluye una variedad de géneros literarios. Esta amplitud es transversal en torno al espacio de comunidad lectora que se forma.
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Seguir cuentas de lectura en redes sociales: en Instagram y Tiktok hay muchas personas creadoras de contenido que especializan sus videos en la promoción de literatura escrita por mujeres.
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Editoriales: En Chile hay más de 180 editoriales independientes que publican un abanico de libros, de diferentes temáticas y autoras/es. Síguelos en instagram y revisa su catálogo.
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Escuchar podcast de lectura: existen numerosos espacios donde se discuten y analizan libros de autoras, lo que puede servir como inspiración para futuras lecturas y abrir el panorama literario a nuevas voces.
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Hacer recomendaciones activas: Si un libro te impactó, compartirlo con otras personas es un medio para que ese libro llegue a más lectores.
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Revisar activa y críticamente tu propio consumo literario: ¿Cuántas autoras has leído este año? ¿Cuántos libros de autoras has comprado este año? ¿Cómo podemos equilibrar nuestra selección de libros?
Cada lectura es una oportunidad para deleitarse de nuevas historias y perspectivas. Estas estrategias te permitirán desafiar la inercia de un canon que ha invisibilizado a muchas autoras. Explorar distintos géneros literarios, participar en clubes de lectura o escuchar podcasts, no son acciones aisladas, sino parte del esfuerzo colectivo para darles el lugar que siempre han merecido.
Al hacer recomendaciones activas y revisar nuestra propia experiencia lectora, transformamos nuestra forma de leer, y con ello, contribuimos a una conversación más rica y equitativa sobre literatura. Y es que, leer literatura escrita por mujeres no debería depender de la efervescencia de marzo o de campañas temporales, sino formar parte integral de nuestro viaje literario. La literatura escrita por autoras siempre ha estado ahí, resistiendo a la marginación. Ampliar nuestro horizonte de literatura significa reconocer el problema sistémico de silencio y minimización de voces de escritoras, es por esto, que leer autoras de manera constante no solo enriquece nuestra visión sino que desafía las estructuras históricas que han limitado la diversidad.